El superintendente de Valores y Seguros está más activo que nunca. Recientemente recibió un espaldarazo a su gestión luego que la justicia fallara a favor de la Superintendencia en el caso LAN-Cueto. En esta entrevista, Guillermo Larraín hace una evaluación de su gestión 2008, desmenuza la última jugada de Sebastián Piñera y valora la postura de los empresarios chilenos frente a la crisis.
El 14 de mayo de 2007, Guillermo Larraín Ríos (44) asumió como superintendente de Valores y Seguros (SVS). Lo hizo en un momento controvertido. Alberto Etchegaray, el ex timonel del órgano fiscalizador, salía de su cargo tras ser cuestionado por no tener el título de abogado y presentarse como si lo fuera. Desde ese momento, la figura de Larraín comenzó a sonar fuerte. Heredó, de la administración de Etchegaray, la causa iniciada en contra de Sebastián Piñera, en ese entonces ya precandidato presidencial de la Alianza, por la compra de acciones de LAN. Lo sancionó con el pago de $363 millones por no haberse abstenido de comprarlas estando en conocimiento de los estados financieros, hecho que remeció al mercado.
Poco más de un año después, formuló cargos a nueve personas por cerca de US$2 millones en el caso D&S-Falabella y, de paso, sentó un precedente en la trayectoria del órgano fiscalizador por el impacto de esta maniobra. Más tarde, vendría la sanción a los hermanos Gálmez, ex dueños de la multitienda Paris, por $69,5 millones, por la misma causa que se multó a Piñera.
Más allá de la espectacularidad de cada uno de esos casos, a ojos de su círculo más cercano, Larraín tiene una profunda vocación pública. Militante de la DC, fue coordinador de política económica del ex ministro de Hacienda Eduardo Aninat en el gobierno de Frei y superintendente de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) entre el 2003 y el 2006. También trabajó para el mundo privado, como gerente de estudios del BBVA.
Cercano al Centro de Estudios Expansiva y al actual ministro de Hacienda, Andrés Velasco, Larraín es economista de la Universidad Católica. Vivió varios años en Francia, donde obtuvo el grado de Doctor en Economía de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS) de París.
Catalogado como talentoso a la hora de formar equipos, se dice que el economista es receptivo y muy técnico en sus análisis. Maneja cinco idiomas y prepara personalmente sus presentaciones y acostumbra a comer manzanas a diario todas las mañanas.
Está casado con la actriz María Olga Matte, con quien tiene tres hijos, ella es magíster en literatura hispanoamericana de la Universidad de La Sorbone, ha actuado en varias obras de teatro y actuó también en la película “Machuca”.
Desde que asumió su cargo, Larraín le imprimió nuevos aires a la Superintendencia. Puso en marcha una reestructuración integral para modernizarla. Entre sus aciertos, aplaudido por el empresariado, está la creación de la División de Estudios y Desarrollo de Mercado y el nuevo rol internacional del órgano fiscalizador. Un dato relevante es que, en mayo de 2008, Larraín asumió como presidente del Comité de Mercados Emergentes de la International Organization of Securities Commissions (Iosco), colocando por primera vez a la SVS a la cabeza de esta entidad, que reúne a autoridades reguladoras de 81 países del mundo.
UN BUEN AÑO
Para nadie es un misterio que el 2008 fue un buen año para Larraín. En materia normativa, impulsó avances significativos como el desarrollo de un manual de información para uso interno dentro de las empresas, así como la creación de un protocolo para normar el uso de información privilegiada dentro del sector público. No obstante, donde más acaparó las miradas fue en su labor como supervisor, fundamentalmente en el área de información privilegiada. “Fue un año muy fuerte en materia de supervisión. Se sacaron sanciones bastante potentes que muestran a una Superintendencia activa. Estamos encima de los mercados, viendo que funcionen con transparencia”, comenta de entrada Guillermo Larraín a “Poder&Negocios”.
Y, definitivamente, el 2009 partió con el pie derecho. A comienzos de enero, recibió un gran espaldarazo a su gestión. El 27º Juzgado Civil de Santiago rechazó la reclamación de Juan José Cueto, también multado con $ 30 millones por el caso LAN, acogiendo todos los argumentos de la Superintendencia.
–¿Cómo recibió la noticia de que la justicia fallara a favor de la Superintendencia en el caso Cueto?
–La recibimos con tranquilidad. Ratifica lo que hemos sostenido respecto a que los estados financieros son información privilegiada, lo que implica no transar cuando uno está en conocimiento de dicha información. Ahora, lo que más me satisfizo del fallo es que plantea la inexistencia de arbitrariedad por parte de la Superintendencia. En algún minuto, se nos acusó de manera muy grosera de haber tenido intencionalidad política, segundas agendas, y creo que el trabajo fue extraordinariamente profesional.
–Si Sebastián Piñera hubiera seguido el mismo camino que Cueto en materia legal, ¿hubiera tenido el mismo resultado?
–Es difícil decirlo. Ahí entramos en el ámbito de las especulaciones y se puede pensar cualquier cosa.
–Hace algunas semanas, Piñera informó a la SVS que abriría la propiedad de Axxion para nuevos inversionistas. ¿Han solicitado más antecedentes por este tema? ¿Cuál fue la respuesta de ustedes?
–Se le ofició al directorio de la compañía para que nos informara en qué consiste el programa de ventas anunciado. Más que el porcentaje, lo que buscaba esa solicitud de información era aclarar la rapidez y los criterios de venta que se pretende utilizar. Ello, porque se trata de activos importantes los que están en esa compra y nos interesa que su ejecución cause el menor movimiento posible en los precios del mercado. Nos informaron que esta operación no responde a la finalidad de ceder el control de la compañía.
–Piñera ha dicho que está dispuesto a vender todo aquello que le genere conflicto de intereses para llegar a La Moneda. En ese sentido, ¿bastaría sólo con abrir Axxion a otros inversionistas o también tendría que vender Chilevisión, por ejemplo?
–No me corresponde referirme a este tema.
–Con todo, ¿cuál es la postura de la SVS frente al tema del fideicomiso ciego?
–Hemos hecho algunas propuestas y pensamos que podemos colaborar en la supervisión de todo lo que tenga relación con los valores que están en el patrimonio de una persona. Pero también consideramos que, para que el patrimonio sea ciego, debe estar diversificado en varios administradores.
–¿La fiscalización estaría en manos de la SVS?
–Lo que dice el proyecto es que sí. Sin embargo, si se nos va a confiar la supervisión de fideicomisos que sean constituidos eventualmente por el Presidente de la República, ministros, secretarios y miembros del Parlamento, la Superintendencia no puede tener el gobierno corporativo actual en donde el superintendente es persona de confianza del Presidente de la República.
FILTRACIONES PELIGROSAS
–¿Hay novedades sobre la operación de Wal-Mart con D&S? Usted advirtió que daba la impresión que se había filtrado información.
–Me parece que sí, tal como puede haber habido en el caso de Iansa y en tantos otros. Lo importante es que la Superintendencia actúa sobre la base de evidencia de precios y transacciones. Ahí toma caminos de investigación, los que pueden terminar en formulación de cargos o sanciones, como también no. Lo que quise decir es que acá hay movimientos de precios y de transacciones que no son comunes y que los vamos a investigar.
–¿Qué timing tiene la investigación?
–Lamentablemente, el timing es demasiado lento. Nos estamos demorando más de un año en zanjar los casos. Eso ocurre porque nuestro procedimiento es muy acucioso y supone un período largo de recopilación de antecedentes donde se analiza la información y se hacen cruces de datos. Cuando se decide formular cargos, hay otro proceso extenso en que se hacen interrogatorios y se toman visiones contrastantes de los mismos hechos.
–En la prensa se ha dicho que la información privilegiada es su gran cruzada y que espera ser recordado por eso.
–Uno es un poco hijo de su tiempo y a mí me tocó esto. Yo no lo elegí. Lo relevante de nuestro accionar ha sido la forma en que lo hemos tomado. No nos hemos quedado sólo en la sanción. Hemos recurrido a expertos internacionales para que nos entreguen su evaluación sobre la realidad de este tema en Chile.
–¿Cómo es su relación con el mundo empresarial?
–De respeto.
–Sin embargo, tras las multas aplicadas en el caso Falabella-D&S, el mercado quedó en shock... No se había visto algo como eso.
–Pero la estrategia fue generar lazos de confianza y que no se pensara que esto era una cruzada contra el empresariado. Si esto es una cruzada, palabra que por lo demás no me gusta, es a favor del mercado. Para que pueda funcionar bien requiere transparencia, simetría de información, que las empresas manejen sus datos confidenciales de manera adecuada, porque siempre hay accionistas minoritarios que también están involucrados.
EMPRESARIADO CONSERVADOR
–¿Están bien paradas las empresas chilenas para enfrentar la crisis actual?
–Como el problema a nivel internacional ha sido con las actividades no reguladas, siempre es complicado para un regulador decir que uno ve las cosas relativamente bien, porque tal vez hay cosas que uno no está viendo y que pueden estar mal. Eso pasó en Brasil y México, donde había empresas que realizaron enormes apuestas financieras y cuando los mercados se dieron vuelta, literalmente quebraron. Dicho esto, tengo la impresión que el empresario chileno es bastante conservador. Hoy estamos viendo el lado bueno de una serie de cosas que normalmente se critica.
–¿Cómo qué?
–Su conservadurismo excesivo. No compraron ni hicieron grandes apuestas en el ámbito financiero, ni tampoco se inscribieron con derivados que no entendieron. Además, les juega a favor la estructura de propiedad de las empresas chilenas, donde hay un controlador identificable. Se sabe que detrás de Cencosud está Horst Paulmann, que encima de la Papelera está Matte y que en Copec está Angelini...
–¿Eso es relevante en estos momentos?
–Sí lo es. Si se mira el caso de Lehman Brothers, que quebró producto de la crisis, tenía un directorio que era una vergüenza. Dos o tres actrices, un boxeador, etcétera... Era sin lugar a dudas un gobierno corporativo débil. La conducción de la empresa se entregó a la gerencia, que se premiaba con unos bonos increíbles, y que además tenía poca capacidad para proyectar la sustentabilidad de sus operaciones en el largo plazo. En Chile, eso no ocurre porque está el dueño, que es plenamente identificable, que a su vez no ha permitido que los gerentes se embarquen en proyectos insostenibles.
–¿La Superintendencia ha tomado alguna medida para apoyar a las empresas frente a la crisis?
–Implementamos una iniciativa con el sector privado que denominamos pro bono. La idea es que las empresas que puedan tener problemas para conseguir financiamiento en el extranjero, en lugar de que retornen a Chile y soliciten líneas bancarias, tengan como alternativa el mercado de bonos. Así no le quitan el financiamiento a las empresas pequeñas.
–En materia bursátil, ¿le parece que Chile no está a la par del desarrollo mundial?
–Chile tiene un mercado bursátil que ha crecido mucho, pero que está muy lejos de la experiencia de otros. En otros países, la Bolsa empezó a mirarse como una empresa que tiene fines de lucro, con una estrategia de desarrollo propia, donde se desliga la propiedad de esa empresa del hecho de ser corredor. Nuestro mercado bursátil requiere de una orientación distinta.
–¿Y quién es el responsable de ese proceso de modernización?, ¿el mundo privado?
–Totalmente privado. Lo que hace la Superintendencia es que puede aprobar un reglamento de desarrollo de la Bolsa, pero es responsabilidad de ellos. De las elecciones del mes de abril esperamos que surja una nueva estructura de la Bolsa, que sea fuerte, altamente profesionalizada y con una orientación de negocio mayor que la que ha tenido hasta el momento.
Por Lorena Ampuero / Fotos: Gonzalo Romero
Fuente: Revista Poder y Negocios
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